jueves, 30 de abril de 2009

A Elias

Dicen que la soledad marca a las personas.
En el caminar distraído, en los ojos displicentes.
Dicen que en la cara, ella teje un mascara.
Con hilos de soberbia
ella oculta nuestro verdadero rostro.
El que urga dentro de sus entrañas ya ha sido contaminado.

Dicen que la soledad marca a las pesonas.
La conciencia parecería algo fácil y asequible 
pero el yo no está delimitado ni ordenado
más bien, esparcido y desorientado. 
Juntar sus partes podría resultar imposible.

Dicen que la soledad marca a las personas.
Ajada y llagada
la conciencia generalmente no quiere dejarse tocar. 
Algunos temen  encontrar a áquel al que han tenido dormido
el que hace reclamos y pedidos.
El que sus berrinches en los sueños hace. 

Dicen que la soledad marca a las personas 
con una marca infernal en la frente.
El dolor es atado, pero las felicidades también.

Dicen que la soledad marca a las personas.
Que sus manos no son cálidas y que su aliento es congelante.
Que los besos que prodigan a otros labios 
se escurren, se desbaratan en el aire
como meras falsificaciones. 
Ellos no conocen el amor. 
La soledad es una barrera impenetrable. 
¿Acaso ellos conocerán la piedad, la ternura, el arrepentimiento?
El corazón podrido gusanos no admite .

Dicen que la soledad marca a las personas. 
El dolor se hace carne y es desechado.
El miedo toca a la ventana y se asoma.
Los ojos se entornan y agachan la cabeza.

Dicen que la soledad marca a las personas.
No pueden conservar nada. 
Intentan confiar
pero sus expectativas son grandes.

Dicen que la soledad marca a las personas. 
Cuentan ¡ay! incluso, que en la noche hasta la oscuridad los abandona.

Dicen que la soledad marca a las personas. 
Su últma consecuencia ¡oh paradoja! el odio se hace pensamiento. 
El odio se hace creación. El odio imagina. 
El odio hace cosas maravillosas. 
El odio se convierte en Dios.