jueves, 23 de julio de 2009

continue

Cuando el espacio sin vidrios comenzó a escasear , me senté. Veía los cristales frente a mí y me puse a pensar en una solución. ¿Qué podría hacer para pasar al otro lado y preguntarle a alguien cómo podía regresar a casa? Después de todo,una vez que te sientes perdido, quieres volver a los lugares conocidos, aunque fuese horrible siquiera pensar en regresar.

...Si quería pasar nencesitaba unos zapatos bien duros...
Pensé en usar una piedra grande para amarrármela a los pies a semejanza de unos huaraches, pero eso parecía no ser posible; las piedras grandes sí que son raras. Asi que, metí muchas piedritas dentro de mi zapato hasta que cubriera toda la suela, calé los zapatos una y otra vez, sacaba las piedritas más puntiagudas y dejaba las planas. Me levanté y no se sentía tan incómodo pero si antes cojeaba, ahora caminaba como robot descompuesto.

El perrito en mis brazos y yo nos dirigimos a la ciudad, todavía faltaba un buen tramo hasta llegar a la primera edificación.
Una ciudad inundada de vidrios... ¿quién podría vivir en un lugar como este? Y una voz inconsciente dentro de mi dijo : "yo viviría aquí".
Me sobresalté por haber tenido pensamientos tan pendejos, aunque lo que había pasado en mi casa no era para nada despreciable como motivo para odiar al maldito pueblo en el que vivía.

Por fin le grite a una señora que estaba agachada en el piso, casi a la entrada de la ciudad.
-Señora!-grité sin darme cuenta que utilicé un tonito de desesperación muy desagradable.
La señora, un poco obesa, cargaba un bote en el cual iba colocando los cristales que habia en suelo, los medio desenterraba, los observaba bien, los alzaba y los veía a contraluz. ¿Qué es lo que quería encontrar? Relucían al sol, brillantes y transparentes. A decir verdad podía haber confundido algunos con algun diamante.

Me acerqué porque la gorda me ignoraba. Alomejor no grité lo suficientemente fuerte. Ahora que lo pensaba bien tenía sed y un cansacio terrible.
A unos kilómetros más había una máquina excavadora desenterrando los vidrios a donde pudieras ver había gente o máquinas desenterrándolos.
¿Qué significaba todo esto?

lunes, 20 de julio de 2009

¿naniii!

Ya no me quedaba nada. Caminé hasta que los pies se me cayeran en pedazos, o al menos eso quería. Me detuve cuando vi a un perro pequeño doblando la esquina próxima. Había estado con los ojos hacia el piso las últimas horas, no sabía a ciencia cierta cuánto tiempo había estado caminando. El perro cojeaba. Hice un close-up a sus patitas: sangraban.

Ya me dolía el maldito cuello, así que por fin levanté la mirada. Bajo un cielo de atardecer se extendía un vasto desierto.
"¿Cómo diablos llegué a este lugar?", pensé.
Ésta vez también cojeaba yo, el cansancio supongo que debía de ser.
No daba crédito a lo que veía: el suelo estaba lleno de vidrios. Cristales que inundaban el suelo hasta donde alcanzaba la mirada. Era increible. Miré atrás y no había absolutamente nada tras de mí, así que volví a mirar al frente. A unos kilómetros más se alzaba una pequeña ciudad.
Y digo pequeña porque sólo observé un edificio gigante en el centro, con una extraña arquitectura rimbombante y unas casas viejas alrededor. Sin embargo, se oía un largo murmullo, el bullicio de un pequeño pueblo en las horas diurnas.
No pude contener la curiosidad, cargué al perrito y avancé decidamente cojeante.