sábado, 5 de junio de 2010

En el resquicio de la palabra que no dijiste
existe una brecha entre tu alma y la mía.
No puedo siquiera admitir que esperaré, que siempre he esperado.
Quiero que el mar me trague
hacerme infinita con él
aunque tu mano seca
no vuelva a tocarme jamás.

¿Qué piensas de mi corazón solitario,
que arde en deseos, en múltiples aflicciones?
No, no deseo nada.
La nada es mi centro de gravedad
y la tristeza es una herrumbre que no desaparece
que oxida tus nervios y las arterias que conducen al corazón.

Busco tus ojos en el pasillo. Tu olor a infinito en mi cama vacía.
Desespero soles y lunas: quiero que tu mano delgada me toque otra vez
aunque irremediablemente siga
luchando contra el mar en el que nos hemos hundido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario